Decía ISAK DINESEN que se puede soportar todo el dolor si lo convertimos en una historia, a lo que yo añado si me lo permite la colega ISAK, que toda historia con dolor o sin ello, se soporta bajo una cascada de “sensaciones”.
Ilustración: Valen20
Me explico:
Cuando miro hacia atrás, a mi pasado más cercano, llego a la conclusión del gran significado que tiene ésta bella palabra. Palabra que revindico con ahínco y que me ha llevado a sobrellevar éste último año de mi vida en medio de exhortaciones moralizadoras, encubrimientos retóricos afectivos y justificaciones de comportamientos atípicos en mí.
Desgranando los días de este último año, como si de un racimo de uvas se tratase, llego a la conclusión que no lo he hecho tan mal. He sabido reponerme en mayor o menor medida a los avatares que se me han presentado en mi “nueva vida” y es qué, para un ignorante como yo, desconocedor e inconsciente en su momento de todo lo relacionado con el mundo subyacente de la sociedad, con su cara oculta, no sabía que me iba a regalar un paraguas de sensaciones reencontradas.
Pasar a ser usuario del buen uso y gestión de las políticas sociales cubiertas de profesionalidad y empatía hacia aquellos que por una o mil razones en un momento determinado de nuestras vidas hemos pasado de tenerlo todo a no tener nada, hace que como si de una batidora fuera, combinara un sinfín de sensaciones de los más diversos sabores.
Sabores agrios, amargos, salados, picantes, mixturados con bellos, dignos y esperanzadores sueños. Sueños que se van convirtiendo en una realidad a medio gas. Realidad lenta, con mesura, tremendamente pausada, rayando la impaciencia, pero como si de un pan al horno fuera, convirtiendo toda esa harina bien tratada en un apetitoso bocado recién horneado.
Llegar a esta sensación no hubiese sido posible sin tener un colaborador necesario, ese, que por suerte he tenido siempre a mi lado. Ese, que además de darme la oportunidad de cambiar el cielo por un techo o el suelo por una cama, me ha dado la posibilidad de sentirme respetado y digno como cualquier otro conciudadano. Sin ellos y hablo de seres humanos, cualquier sensación que hubiese tenido, hubiese engordado mi mochila de “malos rollos”, de sensaciones malas.
Y sí queridos amigos, estoy hablando del personal del Centro de Acogida de Alicante.
Con ellos puede que salga de éste mar donde ahora floto.
Reflexionando estos días sobre la crisis sanitaria que estamos sufriendo, con sus consecuencias social-económicas incluidas, me ha llevado a recordar antiguas reflexiones no muy lejanas en el tiempo, sobre la anterior crisis que padecimos y que paso a compartiros.
Ilustración: Valen20
Una invitación para quienes, habiendo aprendido, desaprendieron.
Una de las más terribles consecuencias que nos está dejando esta crisis, que estamos sufriendo, es que se están poniendo en duda verdades que se habían convertido en la brújula de aquellos que forman parte de mi generación…
(50 y tantos ).
!! Estar hoy desorientado, que pensemos que estamos en un callejón sin salida o en medio de una niebla que no tiene fin !!.
En mi caso es aún peor, más peligroso: Soy Formador Ocupacional.
Hace poco, en el último curso que impartí para el Servicio de Empleo Murciano y orientado a desempleados me encontré con alumnos con edades comprendidas entre los dieciocho y 54 años. Con los jóvenes, además de ser más asertivos, tuve que darles unas sonrisas de esperanza y las aceptaron con agrado. El problema (emocional ), lo tuve cuando noté el lenguaje de ironía no verbal, de aquellos que superaban las cuatro décadas.
!!Me sentí como si de un mago de feria fuera !!.
Esos, que te elevan a un mundo de ilusión en un momento dado, para más tarde pegarte la ostia que te ofrece la realidad de la conciencia en la que uno vive.
Recuerdo que uno de ellos me dijo:
» Siempre nos han dicho lo que teníamos que hacer: estudiad, trabajad, y veréis que el sacrificio y el esfuerzo nos hacen mejores «.
Doy las gracias a los jóvenes que me acompañaron en el curso porque como suele suceder, el maestro siempre aprende de sus alumnos.
Pero a mis coetáneos, a aquellos que pertenecen a mis generación, decirles que llegó la hora de reciclarnos, que ya no nos vale lo que aprendimos, que tenemos que explotar la baza de la experiencia, de los conocimientos sociales adquiridos, de la fauna de amistades que hemos creado en nuestros últimos 30 o 40 últimos años, que sigamos estudiando, aprendiendo, que seamos honestos, que recuperemos y afloremos esos valores que nos enseñaron nuestros mayores, que nos queda mucho que dar.
Estamos a 21 de abril de 2020, resido en el Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar (CAI) de Alicante desde el mes de noviembre del año pasado, inicialmente estuve quince días en alojamiento, y con posterioridad entre a formar parte del programa de búsqueda activa de empleo (BAE), tras ser valorado por los profesionales del centro, después de tener varias entrevistas con (educadores, orientadora laboral, psicóloga, trabajadora social, TAES …), a los pocos días y siguiendo las directrices de los profesionales del centro tuve las primeras entrevistas de trabajo en distintas empresas de Alicante, la verdad es que me sentía bien y con el apoyo diario de este grupo de profesionales que no dejan que decaigan los ánimos.
No me supuso un gran esfuerzo adaptarme al centro, ni a sus normas, que las hay, como en todos sitios. En cuanto a los compañeros, pues como en todos sitios, haces más amistad con unos que con otros, y poco a poco se va formando el “grupito”.
Llego Navidad, y el ambiente era bastante bueno tanto con los compañeros como con el personal del centro (actividades, preparativos, risas, comidas navideñas, dulces), pero lo más importante “buen rollo”.
Pasadas las fiestas volvimos al día a día, con reuniones con los profesionales, envío de curriculum, entrevistas … con el solo objetivo que encontrar trabajo.
Poco después se empezó a oír en las noticias lo que estaba pasando en China con el coronavirus, aunque no le dábamos importancia, lo veíamos muy lejano, vamos que eso era cosa de los “chinos”, poco a poco nos dimos cuenta de que no era así, y llegó, vaya si llegó, y para quedarse.
En el Centro, antes de llegar el Decreto de confinamiento, cohabitábamos los residentes con las personas sin hogar que entraban y salían, como era habitual todos los días, para descansar, cargar los móviles, entrevistarse con trabajadoras sociales, etc …, pero el virus ya estaba aquí. En este momento fue cuando todos los profesionales y la dirección del centro se pusieron manos a la obra y empezaron los cambios (zonas delimitadas para los no residentes, reducción de horarios de estancia en el centro …) con el fin de evitar contagios, lo que era muy difícil dado el gran número de personas que estábamos conviviendo a diario. Los días iban pasando, y por fin el Ayuntamiento de Alicante acondiciono un espacio para que las personas sin hogar pudieran estar confinadas, pues, se acercaba el día del “confinamiento”, del cierre de puertas.
Cuando llegó ese día, en el centro éramos más de 50 usuarios y tocaba hacer muchos cambios, habilitar espacios, cambiar hábitos, seguir unas normas de conducta, de aseo, salir a la calle lo estrictamente necesario.
Y lo que paso después fue que apareció Fidel (el director del centro) para ponerse manos a la obra, y con la convicción de que íbamos a conseguir ganar al “bicho”, aunque yo creo que el único que pensaba eso era él, eso sí estuvo quince días sin parar ni de día ni de noche, yo creo que ni dormía.
Y empezaron los cambios, muchos cambios:
Se cambió la sala de TV por otra más grande y ventilada.
Se creó un espacio para personas de riesgo, ya sea por edad o por enfermedad.
Residentes alojados en la primera planta, en situación de riesgo, se les cambio a la segunda planta, donde cada persona tiene una habitación individual.
En la planta baja se instaló un lavamanos en tiempo record.
Se instaló una segunda sala de TV para las personas de más riesgo.
Se puso en funcionamiento la biblioteca y sala de ordenadores en horario de mañana y tarde.
Se cambió el horario de desayuno, ya que bajamos de las habitaciones una hora más tarde.
A los residentes en segunda planta se les permitió estar más tiempo en la planta.
Se crearon dos turnos de desayuno, comida y cena, para evitar que las personas más vulnerables estuvieran en contacto con los demás.
La finalidad de estos cambios y otros muchos, como guardar la distancia entre personas, el uso de mascarillas, de guantes … solo era evitar las aglomeraciones y que estuviéramos repartidos en distintas estancias.
Y qué decir de los profesionales que vienen a diario a hacer su trabajo con una sonrisa, y algunas veces hay problemas de convivencia, malos rollos, alteraciones de conducta …, y ahí están para solucionarlo de la mejor forma posible, son “la hostia”, cuando se enteran que tenemos algún problema hay están para intentar solucionarlo, y si no están te llaman, te mandan correos … no se puede superar lo “grandes personas” que son, y hablo de personas dejando lo profesional a un lado, son maravillos@s, buena gente; aunque no me extraña, tienen un buen “maestro”.
No me quiero olvidar ni mucho menos de ese personal de limpieza, lo tienen todo como el jaspe, se puede comer en el suelo, les aplaudimos diariamente; y que decir del personal de cocina, con dos turnos, pa volverse locas, y el bizcocho de los domingos, que rico.
Cuando he empezado a escribir lo primero que he puesto ha sido la fecha, pues sí, después de más de cuarenta días de confinamiento se ha logrado lo impensable el día que se cerraron las puertas, “CERO CASOS DE CORONAVIRUS”, el bicho no ha podido con el CAI, que unidos hemos conseguido lo que muchos pensábamos, me incluyo yo, que era imposible; todo ello gracias al gran hacer de todo un equipo humano que han puesto su empeño día a día en que esto sea una experiencia positiva, que nos sirva para ser mejores personas, a valorar otros aspectos de la vida; cuando ocurre un hecho como este, de esta envergadura, todos estamos expuestos a lo peor, da lo mismo que seas ric@ que pobre, negr@ que blanc@, fe@ o guap@, y lo que nos hace más fuertes es la unión, el compañerismo, el compromiso y decir en voz alta “de esta salimos” RESISTIREEEEEEEEEEEEEEEE.