Las fiestas de Navidad, traen, a quienes estamos próximos a la exclusión residencial, algunas noticias esperanzadoras y otras amargas.
Hoy nos hacemos eco de una especialmente dura: el fallecimiento de una mujer calcinada que pernoctaba en el monte Tossal. No es un dato, era una mujer real, de treinta y cinco años a la que veníamos atendiendo desde algunas entidades de la Red.
La edad de esta mujer, la dureza de las condiciones en las que vivió y las circunstancias de su muerte, nos golpean y ponen de manifiesto las facetas más atroces del sinhogarismo.
Identificada la mujer el proceso policial sigue su curso para averiguar lo ocurrido y poner el tema en manos de la justicia.
Más allá de los procesos judiciales que procedan, en el ámbito de la intervención social no podemos menos que lamentar la falta de recursos adecuados para garantizar que nadie acabe viviendo y muriendo en la calle.
Desde la tristeza por esta muerte y el respeto por su memoria…