SOLO POR HOY ……

“Solo por Hoy” ejercitaré mi alma: Le haré un bien a alguien sin esperar recompensa y sin que nadie lo sepa; si alguien se enterara, esto no contará…

Esta frase pertenece al Decálogo de la Serenidad atribuido a Juan XXIII, conocido como el “SOLO POR HOY” por diversas comunidades que tratan adicciones, y es utilizado intensamente en la rehabilitación de sus miembros.

Supongo que algunos habéis levantado una ceja, -como yo- y os ha sonado a una de tantas frases ingenuas del universo “happy flower”, pero nada más lejos de la realidad.

Diversos investigadores han publicado recientemente en la revista «Journal of Experimental Psycology» sus descubrimientos en este campo y lo poderosos que pueden ser estos actos.

La idea de que la bondad puede aumentar el bienestar no es nueva. Está demostrado que el comportamiento prosocial – en esencia, ayudar a otros por voluntad propia- puede ayudar a mantener el equilibrio emocional y la salud mental.

La lástima es que no nos damos cuenta. Focalizados en nuestro ego y en la recompensa inmediata, al no tener respuesta subestimamos su valor y no los practicamos.

Y la verdad es que estos pequeños actos son como una bola de nieve que se agranda, y pone en marcha una cadena que impacta beneficiosamente en todo el sistema.

Los investigadores están ansiosos por hacer nuevos descubrimientos que refuercen los argumentos científicos y nos convenzan de practicarlos más a menudo.

No creo que haga falta aprender a hacer madalenas y regalarlas por la calle, pero sí hay un montón de pequeños actos maravillosos que están a nuestro alcance. Solo hace falta pensar un poco y proponérselo.

Aquella llamada a un hermano a quien no vemos a menudo.

Dedicar unos minutos a charlar con aquella vecina muy mayor que vive sola. Asistir y dar visibilidad a una persona que (mal)vive en la calle.

Hasta dar las gracias con un gesto a los coches que nos dejan pasar en el paso cebra tiene un efecto brutal. En el caso de ese  paso de peatones, me parece un gran descubrimiento. Con un solo gesto de la mano, agradeces, reconoces y motivas al que lo recibe, a conducir mejor.

 ¿Tenéis otras cosas para compartir? No quieras ser otro. Intenta ser tu mejor versión. En definitiva, no hay vida sana y feliz sin pequeños gestos diarios de amor por el ser humano.

Francisco Javier Amérigo Moreno (ReAcción Solidaria)

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